viernes, 23 de julio de 2010

Termotanque.

Y sé que en algún momento del futuro habrá otra persona. Y será inteligente, hermosa, y tendrá sus propias heridas, y nos entenderemos y nos enamoraremos, y yo me sentiré culpable por ser feliz, así que llevaré a cabo pequeñas acciones para sabotear nuestra relación cuando las cosas empiecen a ir demasiado bien. Y ella será paciente conmigo, y después, cuando haya llegado al límite de lo soportable, nos desahogaremos peleándonos a gritos, y después, supongo, llegará un ultimátum lacrimógeno, y después pasaremos página. Yo me seguiré sintiendo culpable, pero lo iré superando por etapas, y, con cada una de esas etapas, Hailey se irá apagando paulatinamente en el pasado remoto, hasta que no sea nada más que una nota al pie de página en la historia de mi vida. Y algún día, una versión más vieja de mí explicará a sus hijos que había estado casado antes incluso de conocer a su madre, pero que su mujer había muerto, y para ellos Hailey no será una persona, sólo una interferencia biográfica fugaz e intangible, un episodio triste que le sucedió a su padre cuando iba camino del “y fueron felices y comieron perdices”. Y lo peor de todo: puede que yo también lo vea así.
Y no necesito que me digan que esto es lo que ocurrirá, que es inevitable. No me estoy engañando. Pero sólo porque algo sea cierto no significa que esté preparado para enfrentarme a ello hoy. A veces, la única verdad que la gente puede soportar es la verdad en la que se despierta esa mañana. Y esta mañana, como todas las mañanas, yo me he despertado con mi dolor. Así que háganme un favor y no me jodan más.

Mi vida sin Hailey, Jonathan Tropper.